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El proyecto plantea la construcción de una nueva oficina para la escuela de tenis y pádel en un entorno natural privilegiado de Madrid. Tras un análisis detallado del solar y de la ubicación de los árboles, se decide dividir el programa funcional en dos piezas de menor escala. Esta decisión facilita la integración de la nueva edificación en el paisaje, respetando la trama arbolada existente.

La geometría sencilla de estas dos piezas pequeñas busca recuperar la "pequeña arquitectura", resaltando la esencia y el concepto de refugio. La discreta implantación entre la arboleda permite resolver el programa funcional y genera un nuevo espacio estancial exterior entre ambas piezas.

Su materialidad y rotundidad formal, junto con una pausada contemplación hacen volar la imaginación del usuario hacia el sueño de una vida sencilla, en sintonía con la naturaleza, al abrigo de una estructura sólida que protege y acaricia a su habitante y que respira naturalidad, equilibrio y paz.

Constructivamente, se ejecutaron en taller mediante un sistema industrializado y con la posibilidad de ser transportadas a la obra posteriormente. El cerramiento exterior, realizado mediante una piel de escamas de acero oxidado y una segunda piel de malla metálica oxidada, permite el crecimiento de plantas tapizantes por toda su envolvente, consiguiendo una perfecta integración y mimetización con el paisaje que lo rodea a lo largo de las diferentes estaciones del año.

Los grandes árboles de hoja caduca se convierten en parte del proyecto, proporcionando sombra en los meses cálidos y permitiendo la entrada de radiación solar en los meses fríos, de modo que se optimiza el comportamiento energético de la nueva edificación de manera sencilla y eficaz, utilizando los recursos naturales preexistentes en el solar.